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Cuándo cambiar un colchón

Se estima que una persona adulta se pasa un total de 25 años durmiendo. Teniendo en cuenta que para resetear el cerebro necesitamos dormir entre 7 y 8 horas diarias es importante disponer de un colchón en buen estado capaz de proporcionarnos un descanso completo.

Precisamente por esta razón es de vital importancia que sepamos reconocer cuáles son las señales que nos indican cuando cambiar el colchón 

¿Qué características presenta un colchón viejo?

Uno de los primeros indicativos que nos informan de que nuestro colchón está próximo a su caducidad es la factura. Desde la Asociación Española de la Cama, aseguran que la vida media de un colchón oscila entre los 8 y los 10 años desde la fecha de compra, de ahí que se haya popularizado la frase “si tu colchón tiene más de 10 años, no tienes colchón”.

Así, según el uso que le hayamos dado, los materiales que lo componen o el mantenimiento realizado a lo largo de los años, la vida útil del colchón puede llegar a ser un poco más corta o más larga de lo previsto.

Por ejemplo, para garantizar que las cualidades de nuestro colchón se deterioran de forma proporcionada es importante realizar unas sencillas tareas de mantenimiento. Gestos tan simples como voltear o girar el colchón varias veces al año nos ayudarán a evitar que se comprima el material interior del colchón de forma desigual. A su vez, esto disminuirá la probabilidad de que aparezcan malformaciones.

Aun así y a pesar de realizar una rutina de mantenimiento adecuada, conviene prestar atención a algunas de las señales que pueden ayudarnos a darnos cuenta que la vida útil de nuestro colchón está llegando a su fin.

  • Estas son algunas de las señales más habituales:
  • Padeces dolores lumbares al levantarte por las mañanas.
  • Te sientes más cansado de lo habitual.
  • Tardas más de 20 minutos en dormirte porque no estás cómodo en ninguna postura.
  • La silueta de tu cuerpo se queda marcada sobre el colchón.
  • Te molestan los movimientos de tu pareja en la cama, cuando antes no te sucedía.
  • Al tumbarte, te clavas los muelles del colchón en el caso de tener uno de este tipo.
  • Tienes síntomas de alergia o asma y no es primavera.
  • Padeces de forma periódica conjuntivitis o infecciones oculares.
  • El colchón se hunde o hay abultamientos en algunas zonas.

Si, además, percibes que las prestaciones que definían al colchón cuando lo compraste han dejado de estar presentes y aportarte beneficios, es el momento de buscar un sustituto que te garantice un descanso de calidad.

¿Por qué es perjudicial dormir en un colchón obsoleto?

A lo largo de los últimos 50 años y según recogen medios como la BBC, los científicos han estado estudiando las consecuencias que tiene un descanso deficiente para nuestro organismo. En sus propias palabras, “dormir poco, acorta la vida”.

Al margen de patologías psicoemocionales que pueden desencadenar un descanso más deficiente, una de las causas más habituales tiene que ver precisamente con dormir sobre un colchón en mal estado. Acostarnos diariamente sobre un colchón próximo a la edad de jubilación puede comprometer directamente nuestro estado de salud.

En primer lugar, un colchón viejo tiende a acumular más polvo que uno nuevo, lo que motiva la proliferación de los ácaros y con ellos el riesgo de padecer ataques de asma y crisis alérgicas. En relación también con la higiene, la sudoración acumulada a lo largo de los años puede derivar en la aparición de moho, en especial en la parte anterior del colchón. Los problemas de humedades están también relacionados con infecciones oculares como la conjuntivitis.

Otro de los puntos clave que nos responde a la pregunta “¿cuándo hay que cambiar el colchón?” tiene que ver precisamente con los dolores musculoesqueléticos. Y es que, en el momento en el que nuestro colchón comienza a perder firmeza, la postura que adoptamos a la hora de dormir se ve modificada de manera negativa.

Como consecuencia, aparecen molestias en las cervicales, dolor en las lumbares e incluso jaquecas o mareos derivados de estas contracturas musculares. Un sueño que durante la noche se ve interrumpido provoca que no seamos capaces de estar debidamente concentrados y despiertos a lo largo del día.

Por todo ello y con el objetivo de garantizar una longeva calidad vital, conviene no perder de vista que la vida útil de un colchón no es ilimitada y que pretender alargarla más de lo debido puede comprometer seriamente nuestra salud.